Archivos mensuales: May 2023

Virgen Blanca (Catedral de Toledo)


La Virgen Blanca es una escultura de estilo gótico y de origen inglés. Fue realizada en el siglo XIV y desde entonces está situada en el interior del coro de la catedral de Toledo. Se encuentra el «altar de la solarísima», llamado así por ser donde se oficiaba la misa durante esa hora canónica, a la salida del sol. Sobre su altar la imagen conocida como «La Virgen Blanca», es una obra en alabastro blanco que presenta policromía beige.

Este tipo de imagen realizada para culto en los altares, cambió más lentamente que la de las portadas de las catedrales, ya que continuaron presentando la imagen de la Virgen sentada, hasta que, entrado en el siglo XIV, aparecieron las imágenes de María con el Niño de pie. Proviene este nuevo modelo principalmente de la escultura francesa. Consta que en 1349, un comerciante llamado Martín de Pamplona, trajo de Francia una Virgen con el Niño en brazos de pie, estaba realizada en mármol blanco y fue regalada a la iglesia de su pueblo natal Uharte, donde en algún momento desapareció, sin que haya quedado constancia fotográfica. Entre las importaciones de esa época, procedentes también de Francia, se encuentran varias imágenes de marfil, que al seguir la forma del colmillo, todas quedaban de pie y con una ligera inclinación que daban la curva en su cuerpo. Parece casi seguro que a partir de todas estas esculturas se realizó la asimilación del arte gótico español, muy pujante en la escultura y arquitectura en Cataluña pero que también tuvo su eco en muchos ejemplos en Castilla.|Gómez Moreno|1947


Descripción

Destaca por mostrar una tierna y alegre imagen de maternidad. La madre de rostro oval, sostiene el hijo en su brazo derecho y lo está mirando con una sonrisa característica de las imágenes de este periodo del gótico; un rostro que refleja una santidad y alegría que según videntes se asemeja a la del rostro auténtico de María aunque no se identificara del todo. Presenta un ligero contrapposto con el peso del cuerpo sobre una pierna. Mientras, el niño acaricia con la mano derecha la barbilla de su madre y con la izquierda sostiene un fruto redondo que suple al antiguo atributo del globo terráqueo de imágenes románicas.

Es de tamaño igual que el natural, de 153 cm. Está pintado con oro la corona, el pelo y las franjas de los vestidos; los rostros se dejaron en color natural, que el tiempo ha dejado una pátina en color más oscuro que el blanco del material con que estaba hecha. Su conservación ha permanecido perfecta sin repintes ni rupturas, seguramente debido a la protección que le ha supuesto la costumbre de vestir las imágenes, pues así estuvo, con ropajes hasta entrado el siglo XX.3​ Parece que esta imagen fue donada a la catedral por Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de Orgaz, alcalde de Toledo y notario mayor del reino de Castilla.

La venida de la Virgen a Zaragoza – José Ramírez de Arellano

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La venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza es un grupo escultórico de José Ramírez de Arellano. Se encuentra en el centro de la Santa Capilla de la Basílica del Pilar. Recuerda los hechos sucedidos el 2 de enero del año 40.


Está labrado en mármol de Carrara sobre bronce. Da la impresión de que avanza hacia el público, de manera que irrumpe en las columnas adosadas de la capilla. Ramírez de Arellano proyectó hábilmente una Virgen rodeada de ángeles que vuelve su rostro hacia el grupo de Santiago y los convertidos pero que además señala el camarín de la Virgen.

La Adoración de los Reyes Magos – Pedro Pablo Rubens

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La Adoración de los Reyes Magos, perteneciente a la colección del Museo del Prado (MadridEspaña), es un cuadro del pintor flamenco del barroco Peter Paul Rubens, considerado desde antiguo como una de sus obras maestras. Fue ejecutado en 1609, aunque posteriormente el propio Rubens lo repintó y amplió entre 1628 y 1629,1​ durante su segundo viaje a España.

Historia

A finales de 1608 Amberes se preparaba para recibir a los delegados que iban a negociar una tregua en las hostilidades entre España y las Provincias Unidas (Guerra de los Ochenta Años), conversaciones que se desarrollaron en el Ayuntamiento de la ciudad (Stadhuis) desde el 28 de marzo de 1609 y condujeron a la firma el 9 de abril del Tratado de Amberes, con el que se inició la Tregua de los Doce Años. El ambiente que se vivía era por ello de gran optimismo ante las expectativas de recuperar la prosperidad económica, ya que Amberes era un importante centro comercial, y la guerra y el bloqueo de los neerlandeses la habían abocado a la crisis. La corporación municipal decidió a principios de 1609 encargar un cuadro para decorar la sala en la que iban a tener lugar las negociaciones, la Cámara de los Estados (Statenkamer), y el elegido fue Rubens, que acababa de regresar de una estancia de ocho años en Italia pero que rápidamente se había convertido en el pintor más prestigioso de la ciudad. Los honorarios que percibió por él ascendieron a la considerable suma de 1.800 florines. 

El tema que se escogió era precisamente una alusión a los beneficios que la ciudad esperaba obtener con la firma del Tratado. Existe un boceto en el Groninger Museum de GroningaPaíses Bajos, así como varios estudios preparatorios, entre ellos una Cabeza de Mago negro (Getty CenterLos Ángeles), un Retrato de hombre con barba (Galleria Nazionale d’Arte Antica di Palazzo Corsini alla LungaraRoma) y otros dos del Museo Boymans Van Beuningen de Róterdam. También hay una copia de taller del cuadro definitivo en una colección particular londinense, que permite conocer el aspecto original de la obra antes de su ampliación.

En la primavera de 1612 Rodrigo Calderón, sobrino y hombre de confianza del duque de Lerma, llegó a los Países Bajos Españoles como embajador extraordinario del rey de España, presumiblemente con la misión de convertir la Tregua de los Doce Años en una paz permanente. En Amberes el Ayuntamiento le regaló esta obra, que él envió a España, a donde llegó a principios del año siguiente.

En 1621 Calderón cayó en desgracia y fue ejecutado por degollación en la Plaza Mayor de Madrid. En 1623 el rey Felipe IV adquirió la pintura en la almoneda de sus bienes y la instaló en el Real Alcázar de Madrid.

En septiembre de 1628 Rubens viajó por segunda vez a España, donde permanecería hasta el 29 de abril del año siguiente, con el fin de informar al rey sobre la situación de las negociaciones de un tratado de paz con Inglaterra. Se le alojó en el Real Alcázar madrileño, y tuvo así oportunidad de reencontrarse con su obra. Francisco Pacheco relata en su libro El arte de la pintura que en el tiempo que permaneció en España «mudó algunas cosas en el cuadro de la Adoración de los Magos de su mano que está en palacio».

Rubens rehízo la obra: la repintó por completo, modificando numerosos detalles y ajustándola al estilo que desarrollaba en aquella época, muy influido por Tiziano, y además amplió sus dimensiones añadiéndole una tira en la parte superior y otra en la derecha, donde se autorretrató a lomos de un caballo. La versión inicial de la obra medía alrededor de 259 cm de alto por 381 de ancho, pudiéndose apreciar fácilmente las costuras que unen los trozos de tela añadidos.

Fue una obra muy apreciada dentro de la Colección Real. Así, cuando la reina Mariana de Neoburgo intentó enviarla a Alemania como regalo para su padre, Felipe Guillermo de Neoburgo, elector del Palatinado, el rey Carlos II lo vetó.3

El cuadro permanecía en el Real Alcázar de Madrid cuando se produjo el incendio de 1734. Pudo ser salvado, pero hubo que cortarlo de su marco con un cuchillo, enrollarlo y luego lanzarlo por una ventana (los cortes en la tela son todavía visibles). Además, aunque no se llegó a quemar, sí que estuvo expuesto al calor, lo que causó la aparición de pequeñas ampollas en la superficie pictórica.

Fue instalado posteriormente en el Palacio Real de Madrid y de él pasó luego al Museo del Prado, en cuyos inventarios aparece por primera vez en 1834.

Esta pintura fue reproducida en el tomo II de la Colección lithográphica de cuadros del rey de España el señor don Fernando VII, editado por el Real Establecimiento Litográfico de Madrid entre 1829 y 1832. En el Gabinete de Dibujos y Estampas del Museo del Prado se conservan cuatro ejemplares de esta litografía, ejecutada por Florentino Decraene.​ En el último tercio del siglo XIX fue grabada al aguafuerte por Louis Lenain; se trata de una estampa inusualmente grande para la época, pues solo la imagen mide 53 × 76 cm. El Gabinete de Dibujos y Estampas del Prado posee un ejemplar de este grabado, donado en 2017 por Pedro María Alberdi Buruaga.

En 2004, el cuadro fue sometido a una restauración completa, que le devolvió buena parte de su belleza.


Descripción

La pintura, la mayor de Rubens que posee el Prado y una de las de mayores dimensiones de toda la colección del Museo, se caracteriza por su colorido —en el que destacan los amarillos, rojos y violetas—, movimiento y fastuosidad. A pesar de ser una de las más aparatosas y desbordadas de su autor, está nítidamente organizada, con un eje diagonal que parte simbólicamente del Niño Jesús y llega hasta el ángulo opuesto, en el extremo superior derecho. También con un claro simbolismo el pintor sitúa en la figura del Niño el foco de luz que ilumina toda la escena.

En la franja añadida a la derecha Rubens incluyó su autorretrato. Se representó montado a caballo, con espada y cadena de oro, reflejando con ello la condición nobiliaria que le había concedido en 1624 Felipe IV. Fue además la única vez que incluyó un autorretrato suyo inequívoco en una pintura narrativa.

Otras versiones

Rubens realizó varias versiones de este tema. Una, datada entre 1616 y 1617, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Lyonotra, de 1624, está en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, mientras que otra es propiedad del Museo del Louvre de París.

Cristo de la Misericordia

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El Cristo de la Misericordia es una escultura de Jesucristo, La estructura metálica fue revestida con láminas de fibra de vidrio, tiene 15 metros de altura, descansa sobre un pedestal de 9 metros permitiendo que la estructura tenga un total de 24 metros de altura y fue colocada a 110 metros sobre el nivel del mar en un cerro de la bahía de San Juan del Sur en Nicaragua.

Historia

La estatua fue realizada por el escultor y arquitecto costarricense, Max Ulloa Rayo dos años después el ronco le reparó un dedo por encargo del empresario Erwin González Bendana devoto de Cristo de la Misericordia. El espacio donde está ubicado el monumento pertenece al exclusivo complejo residencial Pacific Marlin propiedad de del empresario González

Desde el 2009 un monumental Cristo da la bienvenida a los cientos de turistas que van de vacaciones a la espléndida playa rodeada de montañas en la bahía de San Juan del SurNicaragua. La enorme escultura en fibra de vidrio de 15 metros de altura es una obra diseñada y creada por el artista costarricense Max Ulloa.

La pieza es una imagen del Jesús de la Misericordia y luce todo su esplendor sobre un cerro ubicado en el extremo norte de la mencionada bahía. A los 15 metros de altura se suman otros nueve correspondientes al pedestal sobre el que descansa la obra, de modo que la estructura completa alcanza los 24 metros. Por sus enormes dimensiones la escultura del Ulloa puede ser observada desde tierra, mar o aire y forma parte de un espacio mayor en donde se ubicará un mirador y una capilla de oración.

Con su dedo índice derecho el Cristo apunta hacia al sur y desde ahí se puede disfrutar la majestuosidad del océano Pacífico, las montañas de Nicaragua y, a lo lejos, las de Costa Rica.

Según explicó el escultor, la obra fue realizada por encargo del empresario nicaragüense Erwin González, quien es fiel devoto del Jesús de la Misericordia y siempre soñó con desarrollar un gran proyecto para rendir tributo al santo de su fe. González es propietario del lujoso y exclusivo complejo residencial Pacific Marlin en San Juan del Sur y la escultura se colocó en un cerro ubicado dentro de ese extenso terreno.

“Me tomó dos años en mi taller todo el proceso de realización de la escultura desde el modelado en barro, el molde, la maqueta y la confección de las 195 piezas en fibra de vidrio que componen la figura”, explicó el artista, oriundo de Cartago. El escultor eligió la fibra de vidrio por ser un material versátil y fácil de transportar. Ulloa explicó que a las piezas se les aplicó un tratamiento final con una pátina –especie de pasta acuosa– a base cera de abeja la cual se fija con calor. “La cera tiene varias propiedades que contribuyen a la conservación de una escultura expuesta a la intemperie.

Funciona como un filtro solar natural, repele los hongos y aísla la humedad”, explicó el artista. Después de un meticuloso trabajo en el taller los 12 segmentos de la escultura gigante quedaron listos y fueron necesarios dos furgones para trasladarlos a Nicaragua. El montaje le tomó a Ulloa y a su equipo de trabajo otros seis meses bajo el ardiente sol de San Juan del Sur y con un viento que amenazaba con traerse abajo algún trozo.

Las láminas de fibra de vidrio se colocaron sobre una estructura de acero que funciona como un esqueleto para sostener la obra. El Cristo de la Misericordia de sonrisa bondadosa y origen costarricense extiende su bendición al mundo desde los 110 metros sobre le nivel del mar. Locales y turistas pueden apreciarlo desde lejos. Actualmente se está trabajando en el diseño de un moderno sistema de iluminación para darle resplandor durante la noche.


El Monumento

Una majestuosa escultura de la imagen de Jesús de la Misericordia, hecha de fibra de vidrio y con estructura metálica en su interior, ubicada en lo alto de un mirador, propiedad de Pacific Marlin de San Juan del Sur, es sin duda un atractivo más de este bello balneario y un nuevo lugar de oración para que los creyentes eleven sus plegarias.

Esta imagen de Jesús de la Misericordia mide 15 metros de alto, solo la escultura, más nueve metros que mide la base que sirve de pedestal.

El escultor costarricense Max Ulloa Rayo, quien fue el creador de la obra, dijo que la base del Cristo está cimentada a ciento diez metros sobre el nivel del mar.

“Esto significa que la cabeza de esta imagen estará a 134 metros sobre el nivel del mar, lo que permitirá que la obra se observe desde muy lejos, lo que la hará más atractiva, pues por la noche será iluminada y se podrán apreciar los diferentes puntos cardinales”, indicó el escultor tico.

La idea de erigir esta estatua en uno de los puntos más altos de San Juan del Sur surgió de don Erwin González Bendaña, miembro del proyecto Pacific Marlin, quien en un momento de su vida, cuando tuvo problemas de salud, se comprometió a construir un santuario y promover la fe en Jesús de la Misericordia, aunque para lograr ese objetivo, en el cual lleva ya tres años consecutivos trabajando, se han invertido 500 mil dólares, según lo confirmó el propio González Bendaña.

González dijo que, aunque la escultura ya está terminada, aún se trabaja en la iluminación de la imagen y en los detalles finales de la capilla de oración situada debajo de la majestuosa efigie.

La Anunciación – Fra Angelico

La Anunciación


La Anunciación (en italiano, Annunciazione) es un retablo realizado por el pintor toscano del Renacimiento Fra Angelico, sobrenombre de Guido di Pietro da Mugello (1400-1455). Está realizado en oro y temple sobre tabla, y (según las últimas investigaciones) fue pintado hacia 14251426 (antes se databa hacia 14301432). Consta de una escena principal, con el tema de la Anunciación a la Virgen María, y de una predela o banco con cinco pequeñas escenas más. El conjunto mide 194 cm de ancho y 194 cm de alto.1​ Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.

Historia

Pintada en temple sobre tabla entre 1425 y 1426 (anteriormente datado entre 1430 y 1432) para la iglesia del convento de Santo Domingo de Fiesole (Italia), actualmente se conserva en el Museo del Prado de Madrid.

En una capilla de la iglesia de Santo Domingo, de Fiesole, hay de su mano, en una tabla, la Anunciación del arcángel; parece un trabajo realizado en el cielo. En el fondo del paisaje se ve Adán y Eva, que fueron causantes de que la Virgen encarnase al Redentor.

Vendida por los frailes a Mario Farnese en 1611 para sufragar los gastos de la construcción del campanario de la iglesia, poco después este príncipe italiano la enviaba como regalo al valido del rey Felipe IIIFrancisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma. En aquella época la obra se tenía en gran estima, pero no por su estilo o autoría, sino por su tema devoto y porque la escena principal recordaba al fresco —supuestamente milagroso— de la basílica de la Annunziata de Florencia, del que circulaban muchas copias.

Aunque el retablo se depositó en la Iglesia de los dominicos en Valladolid (Iglesia conventual de San Pablo), panteón de la Casa de Lerma, poco después se remitía al Convento de las Descalzas Reales de Madrid, posiblemente a raíz de la defenestración del duque de Lerma. Se conservó en el citado convento hasta mediados del siglo xix. Precisamente en su claustro alto lo descubriría el pintor Federico Madrazo, a la sazón director del Museo del Prado, quien, tras no pocas gestiones conseguía que el rey consorte don Francisco de Asís se interesara por su traslado al Prado, consintiendo la priora del monasterio, que recibió a cambio otra Anunciación pintada por el propio Madrazo. Remitida al Museo como donación real el 16 de julio de 1861, desde ese momento se ha constituido en una de sus piezas más relevantes y conocidas.


Descripción

Desarrolla en la escena principal el tema de la Anunciación, tal como aparece narrado en el Nuevo Testamento (Lc. 1,26-38), mostrando la escena en un pórtico de mármol abierto, all’aperto, que recuerda al Hospital de los Inocentes, construcción de un coetáneo de Fra Angelico como Brunelleschi, con arcos de medio punto que descansan sobre finas columnas blancas. Tiene bóvedas de arista, de color azul celeste sembrado de pequeñas estrellas de oro. En la fachada del pórtico hay un medallón con la figura de Dios Padre en grisalla. Al fondo del pórtico hay un cubículo con un banco.

El pórtico es de mármol, La Virgen está situada a la derecha. Parece que ante la llegada del ángel ha suspendido la lectura del libro que ahora mantiene sobre el regazo. Tanto ella como la figura del ángel, son dos personajes rubios, de blanca piel y de manos finas y alargadas. La Virgen lleva una túnica de color rosado y un manto azul ultramar. El ángel está vestido con un traje de color rosa con franjas de oro, ceñido a la cintura, que cae en grandes pliegues hasta los pies.

Se encuentra en un jardín, hortus conclusus, representación del paraíso. En el ángulo izquierdo de la pintura se ven las manos de Dios y de ellas sale un rayo de luz dorada que viene recto hacia la derecha, en el que viaja la paloma del Espíritu Santo. El vergel que hay delante del pórtico está cuajado de florecillas y tiene una espesa vegetación con algunos árboles entre los cuales puede verse a dos personajes: Adán y Eva, en este caso vestidos con pieles. Su expresión es de sumisión y de arrepentimiento. Representa en conjunto la escena, el principio y el final del pecado, los primeros padres y la salvación del hijo de María. Un ángel vigila detrás de ellos que abandonan el paraíso.

El cuadro se completa con una predela en la que se narran otras escenas de la vida de la Virgen. La predela se compone de cinco paneles donde se representan cronológicamente los episodios: Nacimiento y DesposoriosVisitaciónAdoración de los MagosPresentación en el Templo y Tránsito.


Estilo

Se trata de una obra realizada alrededor del año 1425, es decir, en un momento de transición entre la pintura gótica y el Renacimiento. De la época medieval quedan rasgos como la minuciosidad propia de la miniatura, como puede verse en la flora delante de Adán y Eva, en las detalladas alas del ángel o en su halo dorado. La luz y el color son ya renacentistas, así como la austeridad de la arquitectura. Germán Bazin publicó en París una importante monografía de Fra Angelico en 1941; atribuye la tabla del Prado a un alumno de Fra Angelico llamado Zanobi Strozzi (1412-1468), haciéndose eco de una atribución anterior a este autor por Van Marle. Actualmente la crítica no cuestiona la atribución a Fra Angelico de forma mayoritaria. Si el autor no fuera Fra Angelico, debería ser alguien más capaz que Strozzi, que hubiera querido «perfeccionar y corregir la obra del maestro» (Germán Bazin).


Conservación

La obra se conserva en condiciones razonables para su antigüedad. La tabla principal (formada por cuatro tablones verticales) y la predela han llegado hasta la actualidad con una moldura de relieve ajedrezado pintado en azul y rojo, que puede ser la original del siglo xv. Hasta su reciente restauración el retablo se apoyaba sobre un banco o base, en forma de altar, elaborado hacia 1920 por el taller Cano de Madrid. Se ha conjeturado que el conjunto pictórico pudo tener en origen columnas o imágenes verticales a los lados, ahora desconocidas.

La capa pictórica tanto de la escena principal como de las menores se conserva bastante bien. El daño más relevante en la Anunciación es una grieta vertical que cruza la imagen principal desde arriba, en la unión entre las tablas segunda y tercera que forman el soporte original. En un momento indeterminado estos dos tablones se separaron, lo que causó pérdidas de pintura y de dorado que afectaron sobre todo a las alas del ángel. Por suerte, el soporte se estabilizó después y no ha generado más problemas. Las faltas de pintura fueron rellenadas y disimuladas con toques de color.

En el año 2018, la pintura principal del retablo fue retirada de la exposición permanente para someterla a un proceso general de limpieza, consolidación y restauración, el primero en 75 años. Ya renovada, vio la luz el 8 de mayo de 2019, habiéndose limpiado por completo el cuadro y reintegrado mediante toques de color reversibles las zonas de pintura dañadas. Los detalles de pan de oro que se habían perdido fueron rehechos al modo tradicional y de acuerdo a las partes conservadas.

En 2021 se presentó restaurada la predela con las cinco pinturas menores, que se ha colgado en su sala al lado y no debajo de la pintura principal para favorecer su contemplación.

Coronación de la Virgen – Fra Angelico

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La Coronación de la Virgen es un cuadro del pintor italiano del Renacimiento temprano Fra Angelico, realizado alrededor de 1432. Como indica el nombre por el que se conoce, es una representación pictórica de un tema religioso cristiano, la coronación de la Virgen María. Actualmente se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia. El artista realizó otra Coronación de la Virgen (c. 1434-1435), actualmente en el Louvre de París.


La obra se menciona como de Fra Angelico en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia,1​ y Giorgio Vasari escribe que se encontraba en la iglesia de San Egidio de Florencia. Se conocen dos paneles de la predela que en su día formaron parte de la obra; representan los Desposorios y el Entierro de la Virgen, y se exponen actualmente en el museo de San Marcos de Florencia.

El retablo llegó a los Uffizi en 1825. El marco actual data de este período.


Descripción

El cuadro tiene un fondo dorado, herencia de la pintura medieval, sobre el que hay un pequeño paraíso donde se celebra la Coronación.

Representa a Cristo coronando a la Virgen; ambos están rodeados de rayos (ejecutados mediante una técnica de grabado sobre el fondo dorado) que simbolizan la luz divina. La pintura tiene un tono místico que se encuentra en otras obras de Fra Angelico, con una gran multitud de santos, ángeles y figuras benditas que realzan este aspecto. A la izquierda, en primer plano, se encuentra San Egidio, titular de la iglesia que albergaba originalmente la obra. Su rostro está tal vez inspirado en el de Antonino Pierozzi, antiguo prior del convento de San Marcos al que pertenecía Fra Angelico. Le siguen Cenobio de Florencia, San Francisco y Santo Domingo. En el lado derecho hay santas, entre ellas una María Magdalena arrodillada. En las últimas filas hay ángeles músicos.

La estructura de la obra y el uso de colores brillantes muestra la influencia del maestro de Angelico, Lorenzo Monaco, quien ejecutó otra Coronación de la Virgen, también en los Uffizi.

El Museo Nacional de Escultura en varios pasos

El Colegio de San Gregorio de Valladolid muestra tres espectaculares pasos de la Semana Santa de Valladolid. También cuenta con una nave en la que se custodian otros cinco conjuntos escultóricos.

Una de las costumbres más populares en estos días de Cuaresma es visitar los pasos en sus respectivas iglesias, especialmente cuando la Semana Santa es inminente. No obstante, en la capital del Pisuerga durante todo el año el visitante podrá disfrutar de algunos de los conjuntos escultóricos más importantes en diferentes iglesias vallisoletanas como Vera Cruz o Nuestra Señora de las Angustias, o especialmente en la Sala de Pasos del Museo Nacional de Escultura, en el Colegio de San Gregorio.Precisamente es en este espacio –que presume de contra en su vasta colección con 3.000 piezas- donde se custodian algunos de los conjuntos más valiosos. Tribuna de Valladolid quiere guiar al lector en una didáctica visita audiovisual, acompañado de uno de los mayores expertos de escultura procesional, el conservador del Museo Nacional José Ignacio Hernández.

No podrá faltar el primer paso procesional de Gregorio Fernández, el monumental ‘Sed Tengo o su espectacular Camino del Calvario; además de la Elevación de la Cruz, obra de Francisco del Rincón. Las cámaras de Tribuna han tenido además el privilegio de poder entrar en ‘la nave de pasos’ donde se guardan cinco de los pasos –propiedad del Museo- que desfilan en la Semana Santa de Valladolid.

José Ignacio Hernández explica que son 42 las esculturas que aporta el colegio de San Gregorio a la Semana Santa pucelana, todas ellas de gran valor.

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